EL MUNDO
AÑO XIV. NUMERO 4.529.
Domingo, 28 de abril de 2002



JUAN ANTONIO DE YBARRA E YBARRA / Hijo de Javier de Ybarra, asesinado por ETA, y primo del ex presidente del BBVA
«Mi primo Emilio dijo que a un secuestrado no se le podía dar un crédito»
«A raíz del asesinato de mi padre se rompe la unidad que había existido en las familias de nuestro entorno». «Algunas personas han funcionado en Bilbao sin ningún tipo de protección y han hecho alarde de ello. Eso induce a sospechas». «Nunca hubiera pensado que Emilio Ybarra, y más después de lo que ocurrió con nuestro padre, podía comportarse así»

Una entrevista de CASIMIRO GARCIA-ABADILLO
Juan Antonio de Ybarra e Ybarra está viviendo el escándalo de las cuentas secretas del BBV con especial pasión. Su padre, Javier de Ybarra, fue asesinado por ETA en 1977 tras no poder afrontar sus hijos el pago de 1.000 millones de pesetas que la organización terrorista exigió como rescate tras su secuestro. Aquello causó una profunda brecha en una de las sagas más emblemáticas del País Vasco.

El patriarca de las tres ramas que la componen fue José Antonio de Ybarra (1774-1849), que promocionó todo tipo de industrias y se hizo rico explotando minas de hierro. Gabriel de Ybarra y Gutiérrez de Caviedes (tatarabuelo paterno de Juan Antonio de Ybarra e Ybarra y también del ex presidente del BBVA, Emilio Ybarra) fue uno de los fundadores del Banco de Bilbao, en 1857.Gabriel de Ybarra y de la Revilla (abuelo paterno de Juan Antonio de Ybarra e Ybarra) fundó, a su vez, el Banco de Vizcaya, en 1902.

Los Ybarra están en el origen de empresas tan importantes como Altos Hornos de Vizcaya y de sus bancos salió el empuje y el dinero para la creación de compañías eléctricas como Iberduero o Sevillana de Electricidad. Son, quizá, el más ilustre símbolo de una clase empresarial (junto con los Chávarri, de las Rivas, Gandarias, Echevarría, Rotaeche, Villota...) que convirtió al País Vasco en una de las regiones más dinámicas de Europa durante más de un siglo.

El escándalo del BBV, que ha salpicado de forma dramática a Emilio Ybarra, el último gran eslabón de la familia, ha supuesto no sólo la caída de Neguri (zona residencial de Bilbao donde vivían, y aún viven, algunas grandes familias de Vizcaya), sino tal vez el punto final de una dinastía sin la cual no se puede entender la historia reciente del País Vasco.

Juan Antonio de Ybarra, un intelectual que militó en la UCD a finales de los años 70, nunca había concedido una entrevista hasta ahora.

Pregunta. Los Ybarra eran profundos foralistas.

Respuesta. Sí, pero eran liberales, que es lo que mucha gente no entiende: ser liberal y, a la vez, foralista.

P. ¿Nunca militaron en el carlismo?

R. No, jamás. Nosotros fuimos víctimas del carlismo.

P. Pero, durante la Guerra Civil, todos sus antepasados pelearon en el bando de Franco.

R. Yo diría que sí. Todos, salvo una hermana de mi abuelo que se casó con un conocido nacionalista.

P. ¿Cuántos Ybarra murieron en la Guerra Civil?

R. Que yo recuerde, murieron mi tío Juan Antonio y mi tío Ramón, que eran falangistas, mi tío Fernando de Ybarra...

P. ¿A todos ellos los mataron en el barco Cabo Quilates?

R. A Fernando de Ybarra y Oriol y a mi tío Emilio los fusilaron en el Cabo Quilates, que era precisamente un barco de la compañía Ybarra.

P. El padre de Emilio de Ybarra también murió...

R. Sí, a tío Santiago lo mataron en la batalla de Brunete.

P. ¿Se puede decir que la fortuna de los Ybarra se consolidó con el franquismo?

R. No, en absoluto, la fortuna de los Ybarra venía de muy lejos y tuvo su origen en don José Antonio de Ybarra, que tuvo la gran visión de iniciar la industrialización de Vizcaya.

P. Pero hubo algunas personas de su familia que ocuparon cargos durante el franquismo.

R. Sí, claro. Mi padre, por ejemplo, fue presidente de la Diputación de Vizcaya y luego fue alcalde de Bilbao y procurador en Cortes. Pero estuvo mucho más dedicado a los temas empresariales y sociales que a la actividad política.

P. Su padre compaginó esos cargos con su puesto en el consejo del Banco de Vizcaya.

R. Sí, porque entonces no había ningún tipo de incompatibilidades.

P. Además, ocupaba un puesto relevante en El Correo.

R. Mi abuelo fundó El Pueblo Vasco. Después, por razones políticas durante la posguerra, tuvo que anteponer al nombre de El Pueblo Vasco el de El Correo Español. Eso le produjo un gran disgusto y por eso dejó a mi padre al frente del periódico.

P. Pero la gestión no la llevaba su padre.

R. No, digamos que había un pacto tácito entre los Ybarra y los Echevarría. Los Ybarra nos ocupábamos de la parte ideológica y los Echevarría se ocupaban de la gestión.

P. Durante esos años, ¿cómo eran las relaciones entre el Bilbao y el Vizcaya?

R. De adversarios económicos, pero de gran cordialidad.

P. ¿El Correo era el lugar de confluencia de ambos bancos y de las dos ramas de la familia Ybarra?

R. Sí, confluían intereses familiares y de ambos bancos, pero nunca fue un lugar de conspiración.

P. En el año 1977 ETA político- militar secuestró a su padre, como representante de lo que los terroristas llamaron la oligarquía financiera vasca.

R. Sí, sí, así es.

P. ¿Cómo se enteró usted del secuestro?

R. Pues yo me enteré precisamente por el director del periódico. Cuando llegué a mi despacho, Antonio Barrena me dio la noticia.

P. ¿Y qué pasó?

R. Hubo una consternación general y yo tuve que hacerme cargo de coordinar todas las acciones con el objetivo de salvar a nuestro padre.

P. ¿Su padre era de alguna forma el primus inter pares de la familia Ybarra?

R. Sí, era el hombre más representativo de la familia y prueba de ello es que él ayudó de forma muy directa a sus sobrinos huérfanos.

P. ¿A Emilio Ybarra, por ejemplo?

R. A Emilio le tenía un gran cariño y todos le hemos tenido un gran aprecio, porque era un primo muy cercano a nosotros. Mi padre tenía de él una magnífica opinión y lo metió en El Correo cuando acabó la carrera. Y a Fernando de Ybarra lo mismo. Mi padre se ocupó muchísimo de él porque era un hombre que rendía gran culto a la familia y guardaba un gratísimo recuerdo de los que fueron asesinados en la guerra.

P. ¿Cuántos años tenía su padre cuando lo secuestraron?

R. Tenía 64, porque nació en 1913.

P. ¿Usted se encargó de llevar la negociación con ETA?

R. Yo creé un comité cuando me dieron la noticia y planteé un plan de actuación para ver por dónde teníamos que tirar.

P. ¿Usted contactó con algún intermediario de ETA?

R. Hubo bastante gente que se brindó a hacer gestiones, como por ejemplo Juan María Bandrés, pero, al final, nos decidimos por dos personas que pensamos que nos podían ayudar.

P. ¿Y quiénes fueron?

R. Iñaki Esnaola y Juan Daniel Barandiarán.

P. ETA les pidió 1.000 millones de pesetas como rescate. ¿Cuánto llegaron a reunir?

R. En el comité que yo creé estaba mi tío Manuel Gortázar, conde de Superunda. Mi tío Luis María de Ybarra Oriol (padre del ya ex consejero Luis María de Ybarra). Y mi cuñado Gaizka Ortúzar, que hizo una gran labor. El cuñado de mi padre, Manuel Gortázar, había sido consejero delegado del Vizcaya y la persona más inteligente de la familia. Yo me había confiado a mis tíos Manuel y Luis María porque eran consejeros del Vizcaya, y esperaba que me ayudaran a lograr el dinero.

P. ¿Cuánto lograron reunir?

R. Se consiguió muy poco dinero, 50 millones. A mi padre le valoró el Banco Vizcaya en 25 millones y el Bilbao en otros 25.

P. ¿Los bancos no entendieron el secuestro como una amenaza para todos?

R. Yo les dije que no se trataba de que nos dieran el dinero de forma subrepticia y por debajo, sino que nos lo dieran en base a nuestro patrimonio. Además, la exigencia de ETA no iba dirigida a los hijos de Javier de Ybarra, sino a la oligarquía que él representaba. Yo tengo documentos con el sello de ETA en los que, en la parte de atrás de las cartas que mi padre me dirigía a mí personalmente contándome cómo estaba durante el secuestro, ETA puso su petición de 1.000 millones a «la oligarquía de los Ybarra».

P. ¿Le cobraron intereses por los créditos de 50 millones?

R. No exactamente. Tuvimos que situar el dinero fuera de las fronteras y, al retornar, hubo un ligero beneficio por la diferencia en el tipo de cambio, que se quedó el banco. Yo me preocupé de llevar el dinero al Banco Vizcaya. Un empleado abrió las cajas y lo contó delante de mí.

P. Es decir, que los intereses se cobraron de alguna forma por el tipo de cambio, que era favorable al banco.

R. Sí, sí. Cuando se le devolvió la parte correspondiente al Bilbao protestaron, porque sacar el dinero fuera de España les podía haber creado problemas de tipo legal. Pero yo no estaba para legalidades, naturalmente.

P. En esa época, Emilio Ybarra era consejero delegado del Bilbao y Angel Galíndez presidente del Vizcaya.

R. Sí, sí. Galíndez dio instrucciones para que no se pagara ningún dinero. Cuando yo presioné a mi tío Luis María y a mi tío Manuel para que resolvieran inmediatamente el tema del dinero, Emilio Ybarra dijo que a un secuestrado no se le podía dar un crédito. Por eso nosotros fuimos solidarios en la petición del mismo y tuvimos que firmar una póliza. Recuerdo que una hermana mía escupió encima de la póliza.

P. ¿Ustedes estaban dispuestos a empeñar todo su patrimonio para que el banco les diera 1.000 millones?

R. Por supuesto.

P. Entonces, ¿por qué sólo les dieron 50 millones?

R. Eso habría que preguntárselo a ellos. Sólo puedo reiterar que, cuando nosotros presionamos, se limitaron a hacer esa demostración miserable que le acabo de contar.

P. ¿Qué sintió usted cuando se enteró de que su padre había aparecido asesinado?

R. Algo que nunca se me olvidará. Me enteré por Miguel Larrea, que era director de nuestro periódico en San Sebastián. Yo tenía 35 años. Si hubiera tenido la experiencia de ahora, desde luego que me hubieran dado el dinero para salvar a mi padre. Confié en exceso en Luis María de Ybarra y tuve una sensación de abandono horrorosa. El nunca saldó la cuenta de gratitud que tenía con nosotros por lo que le ayudó la familia de mi padre y, si hubiera querido, podía haber exigido a su cuñado Galíndez que el banco nos avalara o que todos ellos hubieran participado.

P. ¿A partir de ese momento, usted y su familia rompen sus relaciones con los dos bancos y con Emilio de Ybarra?

R. No, porque a nosotros nunca nos han inculcado el rencor ni el odio ni las malas formas. Pero tuvimos una relación muy fría, como no podía ser de otra forma.

P. Desde entonces ¿qué relación ha mantenido con Emilio Ybarra?

R. Gélida. Además, yo estoy convencido de que él es consciente de que lo que hizo no está bien.

P. ¿Se quiebra con el asesinato de su padre una cierta trayectoria solidaria de las grandes familias?

R. Sí, totalmente. A raíz del secuestro y asesinato de mi padre se rompe la unidad que había existido en las familias de nuestro entorno para acometer grandes empresas económicas. A partir de entonces hay una diáspora, física, porque la gente se marcha, e intelectual, porque cada uno ya sólo piensa en nadar y guardar la ropa.

P. ¿Por qué cree que se fusionaron el Bilbao y el Vizcaya?

R. Porque se dieron cuenta de que eran muy afines y tenían que aliarse para ganar tamaño.

P. ¿Le sorprendió cuando nombraron a Emilio Ybarra presidente único del BBV?

R. La imagen de Emilio de Ybarra era la de un hombre trabajador que dedicaba todos sus esfuerzos al banco. Eso nadie se lo puede discutir. Por lo tanto, a mí no me sorprendió que lo nombraran, porque además había sido durante muchos años consejero delegado del Bilbao.

P. ¿Tenía el respaldo de las familias de Neguri?

R. Sí, porque, efectivamente, además de trabajador, era un aglutinador, un componedor.

P. ¿Había oído usted algo sobre las cuentas secretas del BBV antes de que el asunto se publicara en los periódicos?

R. La verdad es que para mí ha sido una sorpresa terrible. Claro, a la vista de lo que está saliendo, uno saca sus conclusiones. Me aterraría pensar que, después de lo que pasó con mi padre, se hubieran hecho componendas con finalidades inconfesables.

P. ¿Cree que las cuentas secretas tienen algo que ver con el secuestro y asesinato de su padre?

R. Yo desearía que no.

P. ¿Pero usted tiene sospechas de que existe alguna relación?

R. No solamente las tengo yo. Las tiene mucha gente. Ojalá sea sólo una sospecha y se demuestre que no hay nada, porque, de lo contrario, sería estremecedor.

P. ¿Se refiere a que se haya podido pagar a ETA con ese dinero el impuesto revolucionario?

R. Hay suspicacias por determinadas conductas personales de cierta gente que, además, no se ha recatado en disimular. Eso es una música que está rondando por todas partes.

P. ¿A qué se refiere al hablar de comportamientos personales?

R. Pues no sé, a cuando hemos visto que algunas personas han funcionado en Bilbao sin protección. Eso induce a sospecha.

P. ¿Se refiere a algunos altos directivos que han ido sin protección por Bilbao?

R. Sí, sí y haciendo alarde de ello.

P. ¿Cree usted que lo que ha sucedido en el BBVA es el final de Neguri?

R. En nuestra familia nunca hemos rendido culto al dinero. La riqueza ha servido para reinvertir en los negocios familiares, nunca se han hecho alardes, salvo en algún caso especial de gente que se ha construido algún palacio al estilo Walt Disney. En general, hemos vivido muy discretamente. Por eso, creo que no se puede mezclar a todos los Ybarra. Yo no creo que Emilio Ybarra sea el representante más genuino de la familia. Es decir, que, como familia, no estamos implicados en semejantes hazañas.

P. ¿Le ha sorprendido el comportamiento que, por lo conocido, ha tenido Emilio Ybarra?

R. Totalmente. Al principio no te lo puedes imaginar. Nunca hubiera pensado que Emilio Ybarra, y más después de lo que ocurrió con nuestro padre, podía comportarse así.

P. ¿Usted cree que han existido relaciones inconfesables entre el BBV y el PNV?

R. Eso son músicas celestiales. No se puede ir poniendo etiquetas a los bancos, porque alguno de sus miembros, como Pedro Luis Uriarte, tenga una afinidad política e ideológica determinada.

P. Como observador de la política vasca, ¿usted cree que la ilegalización de Batasuna ayudará en la lucha contra ETA?

R. Yo creo que es un inmenso error, porque a los proetarras se les da cobertura en la clandestinidad. La clandestinidad es un acicate muy importante para la gente joven y con ella, Batasuna y ETA pueden tener más apoyo.

P. ¿ Usted cree que se acabará algún día con ETA?

R. Si seguimos por el camino que vamos, no.